Éramos tan jóvenes, tan libres, tan inconscientes, tan temerarios. Teníamos tanto entusiasmo, tantos sueños. Nada podía contra nosotros, ni el miedo que había en las calles, ni las bombas, ni los ejércitos; nuestras ideologías eran nuestras solamente y podían romper todas las barreras, soltar todas las cadenas, cambiar el mundo, acabar con la injusticia y al final dar gracias porque a pesar de todo sobrevivimos, sin dejar de gozar esos momentos, pensando solo en el futuro, proyectándonos en el tiempo. Sonaban los discos de los beatles, los bee gees, queen, deep purple, los náufragos, los gatos, pintura fresca y tantos más. El folclore invadía las peñas y las voces de muchos que estaban mal vistos le ponían verso y sonido al sentimiento nacional. La poesía no daba vergüenza y benedetti rimaba junto con neruda, el flaco spinetta y tantos más. Eran tiempos de cambio social en Latinoamérica, tiempos de revolución callada y dolorosa, a gritos y de fusil. Se mezclaba el clero tercer mundista con la iglesia ortodoxa, conservadora y formal. Se mezclaba el vino tinto, con la gaseosa, el asado, la empanada, la pizza y el pan. Éramos tan jóvenes, invencibles, superhéroes, llenos de cosas para dar.
Nosotros y nuestros guardapolvos blancos, nuestro tiempo sentados al sol en las puertas de casi todas las cátedras de la facultad, haciendo tiempo, entonando a sui generis, hablando de todo lo que había que estudiar. Conociéndonos, estableciendo vínculos que perduran, intercambiando historias, riendo. Caminando por el bosque, viajando en tren, en colectivo, sin horarios, las noches eternas, durmiendo inesperadamente en una cama que no es la tuya. La libreta con la franja amarilla se va llenando, avanza, retrocede, se queda pegada en una, pero al final, la meta. Llega el tiempo de la responsabilidad, del trabajo, de abandonar la pensión, el departamento compartido, llega el momento de ejercer la profesión, de vivir de ella y pasan los años y volvemos a encontrarnos en distintas circunstancias y rememoramos los tiempos maravillosos, cuando éramos tan jóvenes, tan alocados, tan imbatibles igual que ahora en el fondo de cada uno de nuestros corazones.
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......................................................................Paola Ferreyra